¡Por fin! Uno de mis grandes anhelos desde que Laurent Ferrier sacudió en 2019 la relojería independiente con el Grand Sport Tourbillon, su entrada a la insigne categoría de los relojes deportivos de lujo, era descubrir su versión ideal: un tres agujas que ya vaticinamos en 2020, precio incluido, al presentar la segunda referencia del tourbillon con esfera azul. Y la verdad es que mis expectativas se han visto totalmente realizadas: el Laurent Ferrier Sport Auto se sitúa en la cúspide junto a los dos iconos de los años 70, el Nautilus de Patek Philippe y el Royal Oak de Audemars Piguet.
El nuevo Laurent Ferrier Sport Auto es el tributo de Ferrier a sus aventuras automovilísticas vividas junto a su amigo Francois Servanin en las 24 Horas de Le Mans. En 1979, casi derrotan al equipo Porsche de Paul Newman y lograron subir al podio. El nuevo Laurent Ferrier Sport Auto es el reflejo de una amistad que va más allá del automovilismo y su pasión común por los relojes.
Caja almohadillada de 41,50 mm… en titanio
Después del exclusivo Grand Sport Tourbillón, la firma lanza una versión mucho más básica a nivel mecánico pero también más coherente con su carácter deportivo, prescindiendo del delicado tourbillon y ofreciendo las indicaciones de horas, minutos segundero central y fecha. Y sí, me viene a la mente el Nautilus 5711, aunque quizás influenciado por el pasado de Laurent Ferrier y su trabajo en Patek Philippe durante más de 30 años.
Con un diámetro de 41,50 mm, la caja presenta una geometría almohadillada rematada por un ancho bisel de geometría rectangular con lados convexos y una clásica corona en forma de cebolla ligeramente hundida en la carrura para que ésta haga el trabajo de los tradicionales protectores. A pesar de ser un tamaño correcto por sus características, creo con un milímetro menos mejoraría su elegancia al tiempo que mantendría su deportividad.
Uno de los grandes aciertos ha sido la elección del titanio para fabricar tanto la caja como el exquisito brazalete integrado de tres eslabones, proporcionándole una ligereza y comodidad que combina a la perfección con su preciosa estética. El acabado satinado de las superficies se combina con el pulido de los cantos, logrando un bello contraste de reflejos que enfatiza y dinamiza el juego de suaves líneas cóncavas y convexas de la caja. Asimismo, prescinde de las típicas asas mediante la prolongación de la carrura, al tiempo que se aplica una apertura en su zona central. La caja está rematada por un cristal de zafiro suavemente ahumado y un fondo atornillado que permite una correcta resistencia al agua de 100 m.
Esfera simple pero tremendamente atractiva
Básicamente, la esfera mate azulada y suavemente degradada mantiene los elementos del Grand Sport Tourbillon, con manecillas assegai de horas y minutos en oro blanco y los índices horarios aplicados en forma de gota (sobredimensionados en las posiciones cardinales) rellenos con Super-LumiNova en un color ligeramente verdoso, una escala de minutos con índices más largos de lo habitual y una cruz plateada que la divide en cuartos.
El pequeño segundero ligeramente empotrado a las seis horas se complementa con el poderoso atractivo visual de la ventana biselada de fecha a las 3 horas. Podemos debatir sobre las preferencias personales respecto a la inclusión o no de esta complicación, pero lo que es innegable es que en este caso, su diseño y ejecución es fascinante, aportando un fuerte toque de personalidad que lo diferencia de cualquiera de sus competidores (también su diseño parece inspirada en el automovilismo).
Calibre LF270.01
Tan fascinante como la caja y la esfera es el nuevo mecanismo que late en su interior, el LF270.01. Este movimiento automático que vibra a 4 Hz (28.800 alternancias por hora) y puede almacenar hasta 72 horas de reserva de marcha, está equipado con un micro-rotor que no representa una sorpresa por sí mismo (es habitual en la firma), sino por el hecho de estar fabricado en platino, un metal cuya elevadísima densidad le confiere una mayor eficacia de carga. Basado en el calibre de los modelos Galet , Montre Ecole y Square, ha sido diseñado, decorado y ensamblado por Laurent Ferrier.
Con la misma excelencia de acabados que caracteriza las creaciones de la marca, refuerza su deportividad y robustez al sustituir el fascinante pero sensible escape natural por un clásico y más resistente escape de áncora suizo, mientras que el tradicional sistema de trinquete del rotor ha sido reemplazado por un mecanismo de rodamiento de bolas unidireccional. Los grandes puentes lucen un atractivo y moderno acabado en rutenio de color ennegrecido y un satinado horizontal.
Con número de referencia LCF040.T1.C1GC5, el Laurent Ferrier Sport Auto Titanium Bluena no es una edición limitada, sino que se lanza como parte de la colección permanente. Su precio antes de impuestos es de 46.000 francos suízos. Si, no es un precio asequible, e incluso supera con creces el de los iconos de Patek Philippe y Audemars Piguet. Y a pesar de que tampoco tiene su pedigrí ni su misticismo, podemos considerarlo una alternativa real, sobretodo después de la discontinuidad del 5711 (¿veremos un nuevo Nautilus en titanio?) y sus exhorbitantes precios de reventa, o la novedad del recién presentado Royal Oak Jumbo 16202 y las previsibles y a la vez desesperantes listas de espera. Espero refrendar la excelente impresión que me ha causado en el próximo Watches & Wonders (¡por fin presencial!) dentro de siete semanas.
