Cuando pensábamos que Tudor no lanzaría ninguna novedad durante este caótico 2020, la firma de la rosa nos ha sorprendido con una nueva versión en azul del que personalmente es el reloj que, hasta ahora, más me gustaba de su portafolio, el Black Bay Fifty-Eight, el reloj de buceo más vintage y compacto de Tudor. No vamos a entrar a describirlo en profundidad, y os remitimos a los dos artículos que le dedicamos justo después de su lanzamiento en Baselworld 2018: el primero de ellos narra la historia del Tudor Oyster Submariner de la década de los 50 y 60, mientras que en el segundo nos centramos en el análisis a fondo del Black Bay Fifty-Eight.
Cuando Tudor lanzó el Black Bay Fifty-Eight en 2018 , fue motivo de elogio tanto por parte de la crítica como del público, y rápidamente se convirtió en un éxito de ventas. Después de dos años con la versión original como única referencia de la colección, Tudor presenta esta nueva versión que reemplaza la estética vintage que le confiere la cálida combinación de esfera negra con detalles dorados, por un diseño más técnico y un esquema de color azul y blanco más frío a la vez que más contemporáneo. Y he de decir que le sienta fenomenal.
Tudor Submariner «Blue Snowflake «de los 70 (izquierda) vs. Tudor Black Bay Fifty-Eight Navy Blue (derecha)
La caja del Tudor Black Bay Fifty-Eight «Navy Blue» de acero inoxidable mide 39 mm de diámetro y 11,90 mm de grosor, manteniendo así las proporciones compactas y equilibradas de la primera versión. El bisel giratorio unidireccional incorpora un disco de aluminio anodizado, esta vez en azul mate, acompañando al resto de características comunes de los BB58, es decir, superficies cepilladas y biseles pulidos, largas asas, carrura recta, corona atornillada (sin protectores) con el logotipo de la rosa Tudor, cristal de zafiro abovedado, fondo ciego y una hermeticidad de 200 m.
Esta continuidad prosigue en su interior, ya que alberga el calibre manufactura MT5402 (una versión más pequeña y delgada del calibre MT5602 utilizado en los Black Bay y Pelagos). Sus principales características son una frecuencia de 28.800 alternancias por hora (4 Hz), 70 horas de reserva de energía, un volante de inercia variable y espiral de silicio amagnético. Además, su cronometría viene avalada por el certificado COSC.
El resto de elementos no presentan ningún cambio estructural. Las icónicas manecillas «snowflake» se acompañan de una minutera perimetral e índices horarios rellenos de Super-LumiNova blanco: Triángulo invertido a las 12 horas, rectángulos a las 3 y 9 horas y redondos para el resto de posiciones. Lo que sí varía es que si en la versión negra las inscripciones, escalas, marcos de los índices y manecillas eran dorados, ahora son rodiados, combinando a la perfección con el acero de la caja. El resultado final todavía mantiene ese espíritu vintage (tamaño muy contenido, cristal abombado, agujas «snowflake»…), pero adopta un carácter más fresco y actual gracias a su paleta cromática azul/blanco/plateado. Hasta ahora el Pelagos era el único modelo que implementaba el azul tanto en la esfera como en el bisel.
Como es habitual, el Tudor Black Bay Fifty-Eight «Navy Blue» se entrega con tres opciones posibles, aunque la más recomendable por su polivalencia es el brazalete remachado, un diseño muy particular inspirado en los brazaletes de los modelos históricos. Al BB58 negro y dorado le queda a la perfección precisamente por su temperamento más vintage, pero para esta más contemporánea versión azul hubiera preferido un brazalete sin los remaches. Para aquellos que busquen acentuar el nuevo color azul tienen dos alternativas. La primera es una correa de tela azul marino, con una llamativa franja central plateada y hebilla. La segunda opción es una correa de ante azul de tacto suave, pespunte en hilo plateado y cierre desplegable.
El Tudor Black Bay Fifty-Eight «Navy Blue» tiene el mismo precio que el original, lo que significa que es un reloj con una excelente relación calidad/precio: 3.180 € si optamos por vestirlo con una correa y 3.470 € para la versión con brazalete. Este último es mi nuevo Tudor favorito.
