Pre-Basel 2013: Antoine Martin Slow Runner,
o la lentitud del gigante

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Creo que es la primera vez que encabezamos un artículo con una imagen del fondo de un reloj, pero en esta ocasión, más que justificado es prácticamente una obligación. Os presentamos el reloj más lento de la actualidad, cuyo volante es el de mayor tamaño jamás visto en un reloj de pulsera: el Antoine Martin Slow Runner.

Admito que la visión de esta imagen me ha impactado. El volante ocupa casi la totalidad del diámetro del movimiento!… y ha sido la culpable de que me decida a hablar por primera vez de una marca extremadamente joven, con solo dos años de historia: Antoine Martin.

El número de marcas de relojes mecánicos existentes en el mercado os asombraría por lo desproporcionado con respecto al mercado existente. De la mayoría de ellas no hablamos, o bien porque consideramos que no cumplen los parámetros mínimos para ser consideradas como de gama alta, o bien porque su futuro, y por tanto la conveniencia de invertir una suma importante de dinero en uno de sus relojes, es incierto. Dada su juventud, Antoine Martin puede perfectamente encuadrarse en el segundo grupo, pero teniendo en cuenta quien es el relojero responsable y la calidad de sus primera creaciones, creo que merecen vuestra atención.

Bruno Jufer

Al igual que en el caso de muchos de los grandes nombres de la historia de la Alta Relojería, el nombre de Antoine Martin se debe a dos de los fundadores de la marca: el relojero Martin Braun, una de las figuras preponderantes de la relojería contemporanea y el emprendedor Antoine Meier.

La Dirección general de Antoine Martin corre a cargo de Bruno Jufer, que cuenta con una amplia experiencia en labores de alta dirección en diversas e importantes firmas relojeras suizas, como Zenith o Jaquet Droz.

El Slow Runner es la tercera creación de esta firma suiza y tiene el mérito, o la desfachatez, de desafiar los principios técnicos más básicos que siguen la totalidad de las marcas relojeras en la actualidad. En diversos artículos que hemos publicado habréis constatado la batalla que se ha entablado en el sector por conseguir frecuencias de oscilación cada vez más altas en los movimientos mecánicos. Ejemplos de ello son Breguet, con los 10 hertzios de alguno de sus relojes más recientes, o TAG Heuer que llega a las inimaginables 3.600.000 alternancias por hora en su Mikrotimer.

Pues bien, Martin Braun afirma con toda la tranquilidad del mundo que esta batalla está perdida ya que es terreno de los relojes de cuarzo y que lo que debe primar en un reloj mecánico es la estabilidad y la precisión, término este último que frecuentemente se confunde con la exactitud. Es evidente que cuanto más alta es la velocidad de oscilación del volante de un movimiento mecánico más exacto es el reloj que lo equipa, ya que es capaz de medir fracciones de tiempo más pequeñas. Pero ello no implica que sea capaz de reproducir con regularidad dichas oscilaciones, cualidad que define el término precisión.

También es evidente, tanto por indiscutibles principios físicos como por la realidad que nos demuestra la práctica, que cuanto mayor sea el volante de un movimiento, mayor es su estabilidad y por tanto su precisión. Antoine Martin lleva este principio al extremo con este Slow Runner, cuyo volante de titanio mide 24 milímetros de diámetro, entre 4 y 6 veces el de un volante convencional. La velocidad de oscilación de este elemento sigue el camino inverso, reduciéndose a 1 hertzio (7.200 alternancias por hora), 4 veces menos que los 4 hertzios, o 28.800 alternancias por hora de la inmensa mayoría de relojes mecánicos actuales.

Antoine Martin Slow Runner face

Del principio de estabilidad y precisión que otorga un volante de grandes dimensiones no tengo duda alguna, de las ventajas de una frecuencia de oscilación tan baja sí las tengo. A priori creo que es más un condicionante del tamaño y por tanto peso del volante, que de una libre elección de Martin Braun. No imagino un movimiento con un volante de estas dimensiones oscilando a 8 hertzios y proporcionando una reserva de marcha de 92 horas, como es el caso de este Slow Runner.

Habréis observado que aún no he hablado del reloj en sí mismo y no lo haré. El motivo es que creo que una pieza tan desconcertante merece un análisis a fondo en formato test, algo que normalmente requiere haber tenido el reloj en las manos y en este caso haber departido impresiones con sus creadores. Esto esperamos hacerlo en el inminente Baselworld 2013 y dejo para fechas posteriores dicho test.

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, el autor

Décadas de pasión heredada por la relojería. 17 años transmitiendo esta pasión por internet. Primero fue MundoPanerai, luego Cronomundi, ahora Watch-Test. Unos proyectos que nacieron bajo una idea muy clara que se mantiene en el tiempo: el lector busca opinión de calidad y fiable. Con toda la subjetividad que conlleva, opinión y crítica razonada es lo que pienso seguir ofreciendo.

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